sábado, 17 de enero de 2015

Review de la semana #1

Hagamos una lista de las cosas que he aprendido durante mi primera semana en Japón:

- El invierno no es terriblemente insoportable. Llueve rara vez, sólo hace aire frío.
- Para los japoneses la prioridad es ayudar (o no estorbar) al prójimo.
- Toda la comida contiene pequeños trazos de cocaína. Todo está muy bueno, incluso lo que en España no me gustaría.
- Todo es más pequeño. Las casas, la gente y las cosas de uso diario. Pero parece que todo está en una medida justa.
- Vivir no es terriblemente caro. Hay muchos sitios donde se puede comprar o comer por un módico precio. El problema es que absolutamente todo lo que te rodea está hecho para que gastes, así que supone un goteo continuo (y doloroso) para el bolsillo.


- Venden todo lo vendible, incluso figuritas de gatos corcovados por vaya usted a saber qué razón.
- Los nativos tienen una extraña tendencia a creer en la suerte o que todo pasa por un motivo. Recientemente escuché que alguien perdió su móvil y pensó que era una señal para estar incomunicado un tiempo.
- Además, son ludópatas. Los locales de pachinko (una tragaperras) siempre están llenos. Y están por todos lados, y con varias plantas.
- Todo es más o menos como nos lo pintaban en los dibujos de la quinta de Chicho Terremoto: Niños y niñas de colegio con uniforme pseudomarinero, ancianas peculiarmente pequeñas y corcovadas (como los gatos), hombres de todas las edades enchaquetados, con un maletín y cara de diosquítamelavida.
- En la escuela reina la metodología única. El profesor es solo un medio de transmisión: como máquinas conectadas vía WiFi. lo único que cambia es la apariencia.

Tokyo es una ciudad inmensa. No solo geográficamente, sino que está llena de vida. Siempre hay algo que hacer o ver. Es imposible no partirse el cuello mirando hacia todos lados, incluso si llevas tiempo porque aquí todo cambia cada poco.

Y eso es un problema.

Yo, personita de interior (como algunas plantas), no hago más que estar en la calle pese al frío. Y qué menos, si estoy en el centro neurálgico de este planeta de las cosas que me gustan. Lo único es que salir significa gastar. Ya solo el transporte es gasto, ya que aquí no hay un bono mensual o algo parecido. Tanto te mueves, tanto pagas. Y claro, si estás por allí o por allá, pues toca comer. He tenido un torrente de gastos esta semana que me queda totalmente fuera de lo que había previsto. Tendré que tener más cuidado o me veo volviendo antes de tiempo...

A ver si adquiero el suficiente japonés pronto como para buscarme un trabajo y sufragar un poco el gasto.

Ha sido una semana excelente, para ser la primera. Me estoy adaptando bien y llevo las clases al día (ya veremos cuando llegue lo gordo). Así que con ganas de que empiece la siguiente.

Esto es todo por hoy.

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