sábado, 31 de enero de 2015

Operación triunfo


Nos fuimos al izakaya, que resultó ser karaoke. Y bebimos y comimos. Pero sobre todo bebimos. Lo de comer era picoteo, siendo generoso con la definición. La cerveza corrió por litros. Y el compañero de clase me dijo que de aquí al final de la noche cantaría. Y vaya si tenía razón.

Al principio me negué rotundamente. Pero me animé. Primero canté "Black is black" a dúo. Y luego, porque sí, me animé con una canción en japonés. Me sé muchas canciones en japonés de memoria. Pero eso no significa que lo que yo me sé sea exactamente la letra de la canción.

A medida que iba pasando la lista de canciones y quedando menos para la mía, me lo pensaba más y más. Pensé varias veces en coger el mando y quitarla de la lista. Iba a hacer un ridículo monumental haciendo como que sabía japonés. Yo, un pobre infeliz de primer curso que no puede ni leer a velocidad normal. ¿Una canción? Ja.

Y se hizo demasiado tarde. En la pantalla aparecía "Blue Hearts - Linda Linda" y yo tenía el micrófono en la mano. Sin saber muy bien cómo o por qué, de repente todos en la sala, alrededor de 50 personas, estaban eufóricos haciéndome el coro y vitoreándome, brincando y derramando cerveza. Todo un éxito. Incluso una profesora cogió el micro para felicitarme, no por mi nivel de japonés, imagino.

Así que lo que iba a ser un fracaso se convirtió en el mejor momento de la noche.

Moraleja: Alcohol.


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