miércoles, 25 de febrero de 2015

Comiendo en el paraíso


Ayer, sin planearlo, me animé a ir a comer con un compañero de clase, que a su vez iba a comer con otros chicos de otros cursos. A medio camino descubrí que nos dirigíamos a un sitio en el que pagas 900 yen y puedes comer toda la pizza que quieras. Lo que aquí se denomina tabehodai. ¿Siete euros por toda la pizza que quieras? Sí, quiero.

El sitio iba sacando pizzas con ingredientes de todo tipo, incluso cosas que jamás se te hubiera ocurrido ponerle a una pizza. Y te servías las porciones que quisieras, sin límite. No sé bien cuántas porciones comí, pero sí que probé de todo un poco, unas diez pizzas distintas, o más. Incluso una con anchoas que sabía a... anchoas, y que alguien de la misma mesa se ofreció a acabar por mí, pese a que me advirtieron que no me iba a gustar. Exceptuando esta, todas estuvieron más buenas que la anterior.

Cabe destacar la pizza de maíz y mayonesa, que fue un momento un poco tal que así:


Y también la pizza de batata japonesa con queso estaba de muerte. Aquí la llaman patata dulce.

Luego fuimos a por el postre. El postre eran pizzas. Sí, pizzas. Con crema pastelera, fresas, plátanos, chocolate y otros ingredientes típicos de postre. Y por raro que suene, estaban estupendas y todo el mundo debería probar a hacer una pizza-postre. Después de comer el postre y ver que nuestros estómagos eran una inminente fisión termonuclear, vimos cómo sacaban una pizza de bacon con chédar, y no hubo más remedio que volver a levantarse para probar otra suculenta maravilla. Y volver a comer pizza-postre, que es lo último que se ha de comer... ¿no?

Las pizzas en japón no son una gran cosa. Más bien son un desastre. Son pequeñas y ruinosas. Pero este sitio era demasiado bueno para ser cierto y... me ha robado el corazón (y si sigo visitándolo además me lo infartará).

Hasta la pizz próxima.

No hay comentarios :

Publicar un comentario